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¿Quien es el culpable de la saturación sexual?

  • Foto del escritor: Asli Guzman Peeters
    Asli Guzman Peeters
  • 13 jun 2019
  • 2 Min. de lectura

El cuerpo humano es lo más bello que existe. Esa belleza es fácil de identificar con tan sólo una mirada, sólo hace falta ver a un deportista esforzarse al máximo para notar como cada musculo se tensa u observar la silueta de una mujer y distinguir cada curva de su ser. Pero…¿hemos desviado esta apreciación a la morbosidad? Yo creo que sí.


No es secreto alguno que el sexo vende y esta concepción está instaurada en el imaginario colectivo desde hace mucho tiempo. Pero cada vez nos encontramos más sobresaturados de la desnudez sexualizada y normalizada, y no es que haya algo malo con la sexualidad. Sin embargo, la línea entre lo intimo y lo público cada vez es más delgada.


Para entender cómo hemos llegado a este punto es necesario retorcer unos cuantos años. En la segunda mitad del siglo XX se vivió la revolución sexual en numerosos países del occidente. Este movimiento desafiaba en lo sexual: la moral, el comportamiento humano y las relaciones.


Tuvo su máxima expresión ente 1970 y 1980 cuando la igualdad de sexos, el feminismo y los métodos anticonceptivos; entre otros temas suponían la recuperación del cuerpo humano, su desnudez y sexualidad como parte integral del ser humano. Desde entonces la sexualidad ha avanzado a pasos agigantados y hoy en día ya no es un tabú.


Si quieres saber a dónde nos llevó la revolución sexual este artículo es perfecto para ti.

Fuente: Portal digital de El País, artículo: Los Efectos de la revolución sexual.

Pero hemos logrado pasar al otro extremo, una sobre sexualización que consideramos tan normal que ya pasa desapercibido por todos. Y sólo hay que detenerse a pensar cuánto desnudo vemos por día. Las redes sociales se inundan de celebridades e influencers que posan de manera erótica con el simple hecho de conseguir unos cuantos likes, sin pensar que son millones quienes los siguen e imitan o los grupos en WhatsApp dónde pasarse pornografía, de cualquier tipo, se toma como un simple chiste y cuanto más morboso sea más divertido.


¿Pero a quién culpamos? A los hombres que convierten en objetos a las mujeres o a las mujeres que bajo la excusa de empoderamiento y liberación se sexualizan a si mismas. La respuesta realmente no importa porque nunca nadie tendrá la razón.


Lo que si podemos hacer es pensar en nuestras acciones para revalorizar la intimidad de cada uno. Entender que compartir esos videos y fotos sexuales de un total desconocido no aporta nada, comprender que una mujer no debe comportarse como un objeto para conseguir cosas tan sencillas como una comida o una entrada a la discoteca, darnos cuenta que esta igual de mal pedir packs (nombre que se le da a fotografías y/o videos intimos) que mandarlos y caer en cuenta que cuanto más expongamos la sexualidad de las personas menos valor tiene.


 
 
 

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