Un sueño por el mundo
- Asli Guzman Peeters
- 10 may 2019
- 3 Min. de lectura
Entre baladas lentas de Los Cafres, Los Pericos, reggaetones, cumbias y algunas canciones en portugués y el anhelo por conocer el mundo se encuentra Sofía Ávila. Sofía con f o con ph. Para ella viajar es abrir una ventana a nuevas culturas y es una forma de crecimiento personal. Después de 11 países visitados a sus 23 años explorar el mundo es escribir su propia historia y el reto personal que le implican estos viajes son algo que forman parte de su esencia.
Con cada viaje Sophia ha descubierto partes de su personalidad. En China se dio cuenta que es muy sonriente y eso la llevó a relacionarse con personas de todo el mundo sin importar las barreras lingüísticas o culturales. En Europa salió su lado aventurero y valiente al recorrer 5 países sola, donde hizo amistades con más personas de las que recuerda y en Estados Unidos toparse con situaciones de discriminación racial hicieron que ella se identificara con sus orígenes latinos y agradezca cada parte de su vida.

La hermana menor de 3 hermanos, es la luz y adoración de sus papas Rossana y Fernando. Es desde pequeña que Sofía vivió rodeada de viajes por el trabajo de su familia. Unos años en Brasil, una vuelta por Chile, el mejor pollo que probó en Turquía, la Torre del Cantón en China, New York state of mind y un tour por Europa sólo confirman esa pasión que nació gracias a entorno.

El primer viaje que recuerda fue con su papá a sus 4 o 5 años. Aquella vez viajaron a Santiago Chile, seguramente por trabajo. No esta segura que visitó, si conoció el cerro San Cristóbal, el Palacio de la Moneda o la Plaza de Armas; pero recuerda bien que la comida no le gustó y que el agua sabia a pescado.
Otro lugar donde la comida no era de sus favoritas fue en China. Después de estar un semestre en la carrera de Comercio Internacional abandonó la universidad y fue al país asiático para despejar su mente, encontrarse a ella misma y decidir que hacer con su vida. Ese viaje de búsqueda personal, que duró 2 meses, le abrió los ojos a una nueva cultura y lo convirtió en su favorito hasta el momento.
Si bien en cada viaje ella descubre algo nuevo, la palabra que marca el aprendizaje de cada uno de ellos es… independencia. Aprendió a hacer trámites legales, movilizarse en diferentes ciudades, perder el miedo a lo desconocido y valerse por si misma. Con cada nuevo destino la construcción personal es algo que está presente pero no evidente.

Entre algunas anécdotas que recuerda siempre salen a la luz los choques culturales. El idioma puede llegar a ser un problema que con facilidad se resuelve, pero entender que en Barcelona uno debe pararse en la parte derecha de la escalera mecánica para dejar el camino libre o que en China los vendedores son expertos para estafar a los extranjeros son experiencias que se superan viviéndolas.
Para Sophia explicar que ella es boliviana e incluso dónde queda Bolivia es algo a lo que ya se acostumbró hacer en cada destino. Pueden confundirla con brasileña, venezolana, colombiana e incluso mexicana; pero el lugar de donde viene es algo que la llena de orgullo y es así como lo representa. Explica siempre las maravillas naturales con las que cuenta el país, la personalidad de sus habitantes y el ritmo de vida inigualable que tiene.
Hasta ahora queda claro que conocer cada rincón del planeta más que ser un sueño es un objetivo para Sophia. No tiene una lista de países por visitar pero por ahora anhela con conocer Tailandia y Australia, ambos por su lejanía a Bolivia y por las diferencias culturales que tienen. También espera recorrer su propio país, así su propia experiencia será un referente para la próxima vez que tenga que explicar que dónde viene.
Sin importar a dónde vaya los sentimientos son los mismos. Desde soñar con viajar hasta llegar al destino son una ola de emociones que la inundan y nunca se van. Se pone nerviosa, ansiosa, emocionada y temerosa por escribir el siguiente capítulo de su historia.
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